La esperanza y el deseo confiado de recibir al Espíritu Santo y los efectos de su acción en nosotros.
El fruto está proporcionado a nuestra esperanza. Solamente la deficiencia de nuestras disposiciones limitará la abundancia del fruto. Pues Dios quiere darnos mucho más de lo que nosotros podamos imaginar. E incluso de distinta manera de lo que imaginamos.