POEMA LXXI.
Gustando en el recuerdo
nuestras sabrosas charlas
a la luz de la noche
silente y solitaria,
hondísimos misterios
descubro en tus palabras,
recónditas riquezas
de ti misma ignoradas.
Tú eres como la noche,
oh mi virgen extraña!
para todos oscura,
para mí solo clara.
Para ti misma ignota
que en fuerza de ser llama
cuando a ti misma vuelves
acaso tus miradas
deslumbrados tus ojos
se te ciegan de lágrimas.
POEMA LXXII.
Si vives en la fuente de toda mi poesía,
si abres el ancho cauce de su inmenso caudal,
si tan solo tu imagen incesante refleja
de sus múltiples brazos el túrbido cristal;
si es tu aliento el que empuja las aguas de mis ríos,
el que los precipita poderoso en mi mar,
y mueve la belleza serena de las olas,
y de las tempestades alza la majestad;
si es tu voz la que escuchas en la música impura
que el ritmo de mis versos eleva sin cesar,
si son ecos tan sólo de tu pobre armonía
los que dicen mis aguas en su pobre cantar;
)cómo te ofrecería no más un arroyuelo
señora y creadora de todo mi caudal?
las aguas se enturbiaron, acaso por mis tierras,
tórnelas tu mirada su pura claridad!
POEMA LXXIII.
Tú ya no necesitas
probar tu fortaleza.
Las recias tempestades de la ira
que se desencadena;
los bruscos ademanes
que mezquinos imperios apacientan.
Tú gustas mansamente
el sabor de tu fuerza,
el gozo del vigor que se somete
y la condescendencia
al capricho del débil
en alegría tierna.
Fábulas de leones protectores
de infancias indefensas;
Historia cierta del omnipotente
que obedece a los pobres de la tierra!
Energía regida de ternura,
Sabiduría, de ignorancia sierva;
Y contemplar las iras de los hombres
con tu mirada irónica, serena…
POEMA LXXIV.
)Y dónde tú, mujer, en esta hora
que la noche oscurísima ilumina
con misteriosa llama, que fascina
la codiciosa mente pensadora?
En silenciosa soledad sonora
música teologal tanto me afina
que ágil toco y sutil cumbre divina
en par de los levantes de la aurora.
Y un instante suspendo mi tarea;
Y la sonora chispeante idea
envío a ti, que yaces apacible.
En eso que los hombres llaman sueño
y es la secreta voz de nuestro dueño
que nos alza a su cima inaccesible.
POEMA LXXV.
Si tú, a quien tanto quiero,
fueses tal como yo te fingiría
de mi ambición el panorama austero
a tu vista asombrada ofrecería.
Y cálido y conciso,
tal sería el mensaje de Narciso:
Ahora que a tocar llego la alta cumbre,
no de lo humano ya, de lo divino,
recuerdo de tu amor la viva lumbre
que fue calor y luz en mi camino.
Escucha ahora la voz que te convida
a muerte y dolor no, sí a gozo y vida:
Olvida al fin pretéritas, inútiles
ilusiones que escapan de tu mano,
no del mundo los gritos sigas fútiles,
ni escrutes de tu espíritu el arcano.
Mira no más, pues que su luz conoces,
mis pupilas que guían amorosas,
y asciende al fin a los supremos goces
del sereno dominio de las cosas.
POEMA LXVI.
En el país de mi sueño,
A mí no me dicen nada
Los espacios y los tiempos.
He parado los relojes,
He roto mapas y metros.
Un solo ímpetu continuo
Es mi vivir todo entero.
País de amor solitario
Contigo dentro.
Mi brazo en torno a tu cuello
Y tu cabeza en mi pecho;
No tengo ni más ni menos.
Ni ansía más mi ternura,
Ni me conformo con menos.
Ni gentes, ni soledades,
Ni tinieblas, ni silencios;
Ni de día, ni de noche,
Tengas tú miedo.
Que yo estoy siempre a tu lado,
Mi brazo en torno a tu cuello
Y tu cabeza en mi pecho.
Y no preguntes a nadie
Razones de este misterio;
Ni consultes en los mapas,
Que te mienten que estoy lejos;
Ni las gentes ni los libros,
Entienden palabra de esto;
Cree mi ternura amiga
Que ha vencido espacio y tiempo.
Que de día, que de noche,
En tu vigilia y tu sueño,
Presente con mi ternura
Yo te velo.
POEMA LXXVII.
Que tú no estas donde mienten
los que creen ver tu cuerpo;
Que no estás donde te dice
Tu pensamiento.
Que tú estás ya para siempre
En el país de mi sueño;
Ya para siempre conmigo,
Mi brazo en torno a tu cuello,
Y tu cabeza en mi pecho
Mientras gozoso te velo.
POEMA LXXVIII.
Dormida está la mansión.
Solitario en mi aposento
De tu gesto y de tu acento
Me acompaña la obsesión
Arrebata el sentimiento
Y en cumbre de exultación
Vuela hacia ti mi canción,
Oh luz de mi pensamiento
Fiesta de mi corazón!.
noviembre 1971