POEMA XC.
Un día bajó hasta el río.
Le reflejaban las aguas.
Se enamoró de sí mismo.
No se había visto nunca;
La imagen desconocida
Le prendió con su hermosura.
Yo tengo mejor espejo:
La pura vivaz corriente
De mi propio pensamiento.
En él contemplo mi rostro.
Un rostro que me fascina
Distinto a todos los otros.
Fue ya lejos, en la infancia:
Entre ardientes resplandores
Me conocí pura llama.
Me combatían los vientos;
Me derribaban a veces;
Me extendía a ras del suelo.
Tras del vendaval, erguida,
Como una torre de fuego
Iba forjando mi vida.
Esta voluntad de altura!
vertical eje impasible
que no se doblega nunca!
Entre tinieblas heladas
Sólo mi alma brilla ardiente.
Luz y calor es su llama
La divisan al pasar:
Unos se abrasan en ella,
Otros la quieren matar.
Ella intacta persevera
En su exacta vertical.
Y por eso me arrebata.
‑Y bien sé yo su pobreza‑,
Pero es vertical e intacta,
Y es ardiente y es diversa.
POEMA XCI.
Del sueño, bestial, dura y obligada faena,
Prosaico gallo hodierno, me alza el despertador,
Y me entro por la noche, de par en par abierta,
Y escucho altos secretos de su callada voz.
POEMA XCII.
Y los hombros anchísimos, innumerable orilla
donde rompe la angustia del humano universo;
Atlante que sostiene las columnas del mundo;
Para llevar al Niño, Cristobalón moderno.
Y los ojos hundidos, que desde lo profundo
otean las augustas honduras del misterio,
los ojos verdemares que sus serenas olas
lanzan sobre los hombros, islas de desconcierto.
Y las manos enormes, delicadas y rudas,
para alzar a los hombres en ofrenda hasta el cielo;
para sanar las llagas, en toque delicado,
y desgoznar las puertas de tesoros inéditos.
Para tapar las bocas de las terribles simas
que lanzan a la tierra sus mortales alientos;
para rasgar violentas nubes de hipocresía,
y cubrir la vergüenza desnuda de los cuerpos.
Oh manos, de los siete pecados capitales,
que elevan cada día, el sacrosanto Cuerpo!.
Palencia 1970
POEMA XCIII.
Luminosa y sombría corre mi vida. Vivo.
Yo, el aparente Uno, múltiple y destrozado
Entre el santo aliciente del arriba entregado
y el embrujo perverso del abajo furtivo.
En las horas solares velocísimo arribo
Levantado en sus llamas, al mismo Sol sagrado;
y en las horas nocturnas raudamente me evado
Del gozo misterioso del mal cogitativo.
24 mayo 1969
POEMA XCIV.
Y una vez más destartalada y triste
llueve la tarde su monotonía;
seria y vetusta la ciudad se viste
oscuro manto de melancolía.
Mas ya para Narciso nada existe
sino el gozo ideal de su belleza,
cuyo denso esplendor tenaz resiste
el asalto vulgar de la tristeza.
Palencia nov. 1970
POEMA XCV.
Es la tarde gris y fría,
Y es ajena y es incierta
Esta habitación sombría
A toda invasión abierta.
Soledad. Melancolía.
POEMA XCVI
Yo creo en mi destino;
No fiesta soy dispuesta a cualquier gozo;
No soy agua bebible en cualquier pozo;
No tierra para hacer cualquier camino.
Un hombre soy, que pensativo y tierno,
Inútil de los hombres al reclamo
Tan sólo pienso y tan sólo amo
La Verdad sola del Amor eterno.
POEMA XCVII.
Y ahora aquí, yo Narciso, solo junto a la noche,
la que nutre amorosa mi sereno pensar
con los ríos que fluye inagotablemente
por sus senos gigantes su entraña maternal.
Oh los senos gigantes, tan rudos y tan blandos,
ébano reluciente, brillante oscuridad!
Cómo tras del insípido caminar de los días
sois reposo a la frente, sabor al paladar!
Y ahora venid amigos ((Oh, sólo imaginarios!)
bebed en la corriente de mi propio raudal;
vedme humilde a la escucha de la voz que me dicta
profiriendo palabras cual nadie habló jamás.
No soy más que un discípulo de la sabiduría,
de la suma belleza un heraldo no más;
pero en el mundo entero que muere corrompido
sólo mi grito puede la humana sed saciar.
No hablo desde mí mismo, que al mirarme a mí mismo,
‑esta amada hermosura que suelo contemplar‑
a través de mí mismo contemplo otra belleza
de la cual soy tan sólo el límpido cristal.
POEMA XCVIII
Amorosas palabras, que siempre retenidas,
ahora pugnáis inútiles por abriros camino,
hoy tan sólo podríais despedazar el alma
con la angustia insanable por el tiempo perdido.
Densos besos rugientes, manada de leones,
que en arcanos cubiles yacísteis escondidos,
vana es hoy vuestra ronda en búsqueda de presa!
mis labios en la tierra deben quedar baldíos.
)Por qué tardíamente se rompen las ligaduras
que preso retuvieron lo mejor de uno mismo?
No es ya tiempo de besos ‑ya no existen sus rostros‑
no es tiempo de palabras ‑sordos ya sus oídos‑.
Ellos al otro lado del reino de la muerte
inexpresablemente viven siempre contigo.
Hoy es tiempo de lágrimas por las horas perdidas,
y es tiempo de esperanza del reino prometido!.
POEMA IC.
Desde Medina hasta Olmedo,
Yo viajero.
Entre Medina y Olmedo,
Andar y andar solitario
por estos pelados cerros;
Solitario noche y día
por estos montes desiertos.
Y reposar a la orilla
del cauce seco.
Bajo árboles amarillos
sóñanse altísimos sueños.
Sin más lozanía en torno
que la de mis pensamientos.
Solitario, solitario,
el día entero.
)O vagará de escarlata
la sombra del caballero?
(Años ha me contó Lope
sangrienta historia de celos)
Y los árboles ya marchitos
Y los simbólicos cuervos.
No más vida por el suelo,
ni por el cielo.
Yo solo con mi pujanza
soñando altísimos sueños.
Entre Medina y Olmedo
se desliza el cuerpo raudo,
se me demora el deseo.
viaje a Palencia 1970
POEMA C.
Fastidiosamente
cae la tarde, cobre
del poniente sobre
el jardín saliente.
Jardín en desgracia,
tras de los cristales
restos de rosales,
fantasmas de acacia;
La tarde angustiosa
nos cierra en un horno
de espeso bochorno
se aleja morosa
fúlgida, estridente,
súbita, violenta,
brota la tormenta
POEMA CI.
Yo no me meto con nadie ‑ pero quiero ser yo mismo
Con no entrar en vuestro juego ‑ agravio no os hago amigos;
No busquéis en mí riquezas ‑ que abunda en vuestros recintos,
Que yo habito mi morada y a entrar a ninguno obligo.
Mi patio está abierto a todos ‑ mí cámara a los que invito;
A quien entra y salir quiere ‑ le deseo buen camino;
que en mi soledad gozosa ‑ de ninguno necesito,
Dones que gratis me dieron ‑ de gracia los comunico;
Mi canción es sólo mía ‑ y de quien vaya conmigo.
Que sin ofender a nadie ‑ quiero ser sólo yo mismo.
POEMA CII.
Rosa, perfección última
Del universo; síntesis
De la hermosura múltiple.
Oh tú, plural y única,
Sabroso aroma fúlgido,
Silenciosa música,
Regular y espontánea,
Necesaria y superflua,
Real y puro símbolo,
Plenitud momentánea,
Leticia melancólica.
POEMA CIII
El paso horrible del monstruo
que devora carretera;
rasga el seno de la noche
con sus miradas obscenas.
Y yo no quiero que avance,
yo quiero que se detenga;
Fuera de tiempo y espacio,
al borde de tu presencia,
entrar quiero en el sagrado
misterio de las tinieblas,
sin más luz que el invisible
resplandor de tu belleza.
POEMA CIV.
Bucear en tus aguas. Zambullirme
Hasta la tierra misma, la profunda
Tiniebla luminosa del misterio
Del río de tu vida. Y todavía
Andar y andar por el camino ignoto
Sin más luz que el amor, la caudalosa
Corriente jamás antes remontada,
Hasta la fuente misma primigenia
Del seno maternal. Hasta el instante
De arcana concepción. Y todavía
Caminar por los rastros oscurísimos
Al aroma que el sólo amor percibe
Hasta llegar al mundo inhabitado
Y escuchar la palabra creadora.
Que sólo así, lavada en las purísimas
Aguas originales, luminosas,
Podría mi mirada contemplarte
Cual jamás nadie conoció hombre alguno,
Ya sin misterios, transparente toda…
Y podría en verdad llamarte mía…
Humano amor, fracaso irremediable!
Tan sólo Dios, eterno, te posee.
En absoluta posesión gozosa.
POEMA CV.
Tan sólo Amor el Universo explica
Que sólo Amor construye el universo;
Y sólo Amor, en movimiento inverso
Al hombre en unidad amante implica.
Sólo Dios es Amor, El unifica
Al hombre pecador que vive inmerso
En este mundo múltiple y disperso
Bajo Satán que rompe y que complica.
Fecundo Amor, amor y amistad vierte
Sobre el hombre disperso hacia la muerte
Y en amistad aúna dos caminos;
Y así si encuentras amistad
Es más leve y gozosa la alta empresa
De avanzar en Verdad y Caridad.