El Domingo 25 de Octubre se celebró en la Catedral Primada de Toledo la Santa Misa en la Solemnidad de la Dedicación de la misma Iglesia Catedral, presidida por el Arzobispo D. Braulio Rodríguez Plaza. La Misa fue ofrecida en acción de gracias por el reconocimiento de las virtudes heroicas del venerable José Rivera Ramírez, sacerdote diocesano de Toledo.
El día 29 de Septiembre se había celebrado, en la sede de la Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano, la Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos para discutir y votar las virtudes heroicas del Siervo de Dios. El resultado fue positivo, y el Cardenal Prefecto, Mons. Ángelo Amato, fue recibido en audiencia por el Papa Francisco al día siguiente. Así el Cardenal recibió el mandato del Papa para promulgar oficialmente el reconocimiento de las virtudes heroicas del ya venerable José Rivera Ramírez, sacerdote diocesano de Toledo.
La noticia se publicó el día 1 de Octubre e, inmediatamente, el Sr. Arzobispo de Toledo decidió que debía celebrarse una Misa en la Catedral, invitando al clero diocesano y a cuantos fieles consagrados y laicos quisieran participar, para dar gracias a Dios por este don. Una vez coordinadas las agendas, se decidió que la celebración tuviese lugar el Domingo 25 de Octubre, que providencialmente coincide con la Solemnidad de la Dedicación de la Catedral Primada.
Para tal celebración se desplazó desde Roma el Postulador General de la Causa, el capuchino fray Alfonso Ramírez Peralbo. Con este motivo, la Fundación José Rivera encomendó al Postulador pronunciar una Charla-Coloquio en la iglesia de San Bartolomé, lugar en el que se encuentra la sepultura del venerable José Rivera, y que fuera la Capilla del Seminario Santa Leocadia para la formación sacerdotal de adultos, del que fue alma y director espiritual el venerable Rivera.
La Charla-Coloquio se celebró a las 16:30 del Domingo 25. La asistencia de fieles devotos de D. José superó con creces la capacidad de la iglesia, teniendo que permanecer muchas personas de pie y sin visibilidad durante los más de 50 minutos que duró el acto. Hizo la presentación Mons. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, que conoce bien a fray Alfonso Ramírez y que, además, ha sido dirigido espiritualmente por el venerable Rivera, y fue rector del Seminario Santa Leocadia cuando D. José era el director espiritual del mismo Seminario. Evocó en su presentación algunos recuerdos que le traía la visión de la iglesia mudéjar de San Bartolomé, la presencia del sepulcro de D. José y tantos acontecimientos vividos con él en ese lugar bendito.
En la Charla-Coloquio, fray Alfonso Ramírez situó canónicamente el estado de la Causa del venerable José Rivera, e hizo un excursus acerca de la santidad y de las virtudes, en general, así como de la necesidad de que esas virtudes y esa santidad sean probadas con pruebas fidedignas, concluyendo que en Roma no se da nada por supuesto, sino que hay que probar cada afirmación. Ilustró su alocución con ejemplos conocidos por él en las Causas de otros santos, beatos y venerables. Recordó a todos que ahora, lo que más hace falta en el Proceso del venerable Rivera, es la realización de algún milagro por su intercesión, y que podamos probarlo mediante el proceso pertinente. Después se abrió el turno de preguntas.
La primera pregunta fue acerca de si hay, o no hay, alguna noticia de algún posible milagro. El Postulador, después de hacer un gran excursus acerca de algunos casos de milagros que él ha tratado en otros procesos, respondió que hay actualmente varios favores o gracias verdaderamente extraordinarias, atribuidas al venerable Rivera, que merecen ser estudiadas detenidamente por algunos médicos, para ver si deben ser presentados ante la Congregación.
La segunda fue acerca de la influencia del siervo de Dios Antonio Rivera, el “Ángel del Alcázar”, sobre su hermano, el venerable José Rivera. La respuesta del Postulador se extendió sobre la importancia de la familia como sustrato natural en el que se siembran, aprenden y cultivan las virtudes cristianas. Afirmó rotundamente que la vida apostólica y la muerte heroica de Antonio tienen una influencia definitiva sobre su hermano menor José, que tenía 11 años en el momento de morir el Ángel del Alcázar. Desde ese momento solamente aspirará a la santidad, porque es la santidad lo que Dios quiere para cada uno.
La tercera pregunta fue más directamente al Postulador, el cual no conoció en vida al venerable Rivera, y se le preguntó qué rasgo de la vida y virtudes de D. José le había impresionado más. La respuesta, como las demás, fue envuelta por un excursus en el que subrayó que todos los santos destacan, y se distinguen de los que no lo son, por su fidelidad constante. Destacó que los santos son fieles en medio de las dificultades y altibajos propios de cualquier vida humana, y que esta fidelidad la mantienen, precisamente, por el ejercicio de las virtudes teologales y cardinales en grado heroico. Del venerable José Rivera dijo que era un santo sacerdote y un sacerdote santo, que vivió en una fidelidad constante su vocación cristiana y sacerdotal, siempre hacia la santidad, incluso en los momentos en los que podría haber desesperado, mantuvo siempre la fidelidad a la llamada de Dios a la santidad.
La siguiente pregunta se centró en qué aporta la figura sacerdotal de D. José Rivera, el cual vivió su vocación a la santidad sacerdotal antes del Concilio, durante el Concilio y en la etapa convulsa del post-Concilio Vaticano II. El Postulador volvió a enmarcar su respuesta con los ejemplos de otros santos y beatos. Destacó que ellos son los que, por su fidelidad, expresan lo que permanece para siempre, lo que ni cambia ni puede cambiar porque encarnan y viven la verdad de la santidad laical, o matrimonial, o religiosa, o franciscana, o sacerdotal, en la época concreta que les toca vivir. De tal manera que, contemplando a un santo, descubrimos lo que debe ser el cristiano en su vocación concreta en el tiempo que sea. Terminó así diciendo que D. José es un modelo sacerdotal en el que brilla lo que es y tiene que ser un sacerdote siempre, y en el que resplandecen las virtudes sacerdotales de siempre.
La última pregunta fue acerca de por qué se retrasan algunos procesos en Roma. El Postulador explicó que en Roma no se retrasan los procesos de canonización sino, todo lo contrario, allí se agilizan y se orienta por dónde debe ir el proceso de cada siervo de Dios. Y aclaró que son los Postuladores los que tienen que agilizar la documentación, las pruebas, etc.
Después de agradecer a fray Alfonso Ramírez su charla-coloquio, todos los presentes se dirigieron a la Catedral para participar en la Misa de acción de gracias.
En la monición preparatoria para la Misa, el vicepostulador de la causa resaltó la coincidencia de la celebración de la Dedicación de la Iglesia Catedral con la acción de gracias por el reconocimiento de las virtudes heroicas del venerable José Rivera, explicando que es en la Catedral donde el Obispo diocesano proclama la Palabra y enseña, es donde celebra los Sacramentos que santifican, y donde enseña a vivir cristianamente; así el templo de la Catedral existe para la santificación de los fieles. Desde esa reflexión señaló que en ese día la Catedral se alegraba, como iglesia madre de las demás iglesias de la Diócesis, porque un hijo suyo, el venerable José Rivera, había sido reconocido oficialmente como modelo en su respuesta a la gracia de Dios ejerciendo las virtudes cristianas y sacerdotales en grado heroico. Invitaba así a participar en la Eucaristía dando gracias a Dios por el don de la Iglesia y dando gracias a Dios por el testimonio cristiano y sacerdotal de este hijo suyo declarado venerable. Terminó su monición exhortando a todos a vivir con pasión la llamada a la santidad, como D. José Rivera, para ser templos en los que Dios habita, piedras vivas de la Jerusalén Celeste.
Inmediatamente comenzó la procesión de entrada al compás del Canto “Iglesia Santa… vamos hacia ti…”, que entonaba la Schola del Seminario Mayor. Con el Arzobispo D. Braulio Rodríguez, concelebraban D. Ángel Fernández Colado, su Obispo auxiliar, así como D. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, D. Domingo Oropesa, de Cienfuegos (Cuba), D. Ángel Rubio, emérito de Segovia, y casi setenta sacerdotes, todos acompañados por numerosísimos fieles que llenaban los bancos de la Capilla Mayor, así como los del crucero y parte de los laterales.
Tras la proclamación del Evangelio el Postulador, fray Alfonso Ramírez, leyó el Decreto de Virtudes Heroicas del Venerable José Rivera, en su versión castellana.
El decreto certifica que D. José vivió todas las virtudes cristianas y sacerdotales en grado heroico, destacando su testimonio de virtudes sacerdotales, y su caridad para con los más necesitados, especialmente para con los gitanos de Toledo.
Inmediatamente después, el Sr. Arzobispo proclamó la homilía, cuyo texto se puede leer íntegramente a continuación de esta crónica.
Durante la distribución de la Sagrada Comunión la Schola entonó el canto “Tu es sacerdos in aeternum”. Al final de la celebración, y antes de la bendición, el vicepostulador dio gracias a Dios por todos los beneficios ofrecidos en el reconocimiento de las virtudes heroicas del venerable José Rivera, y agradeció a quienes hicieron posible la celebración solemne de esta acción de gracias, comenzando por el Cabildo de la Catedral con su personal de servicio y las monjas, así como el Seminario, los señores Obispos concelebrantes y tantos sacerdotes y fieles consagrados y laicos que participaban en el acto. Terminó recordando y agradeciendo a Dios el trabajo de quienes han participado en todo el trasunto del Proceso, y muy especialmente al Sr. Arzobispo, D. Braulio, que sin haber conocido en vida a D. José Rivera, se interesó con cariño y entusiasmo por la marcha del Proceso desde su llegada a Toledo, mostrando ese interés incluso en la Congregación para las Causas de los Santos y ante su Cardenal Prefecto.
Tras la bendición final, la Procesión de los ministros se encaminó hacia la Sacristía, en la que el Sr. Arzobispo fue recibido con una gran ovación de aplausos.