Las campanas de la catedral de Toledo tocaban a fiesta. El crucero de la catedral primada se llenó de fieles. Asistían más de cien sacerdotes y el Seminario Mayor, cuya schola entonó el «luravit Dominus». Celebrábamos la Eucaristía para dar gracias a Dios por los pasos dados en el proceso de canonización del siervo de Dios José Rivera Ramírez, e inmediatamente después tener la sesión solemne de clausura de la fase diocesana del mismo. Un acto litúrgico y un acto jurídico, distintos pero sucesivamente unidos. El Canal diocesano de TV lo transmitió en directo.
Este proceso fue abierto en sesión solemne el 21 de noviembre de 1998, en la capilla y salón de actos del Seminario Mayor, que resultaron pequeños para albergar tante gente. Don Francisco Álvarez, arzobispo de Toledo, nombró juez delegado a don Sabino Catalán, que con el notario don Juan Manuel Sierra y el promotor de justicia don Pedro Guerrero han ido llevando adelante todas las sesiones, los exhortos, la recogida de los documentos de la comisión histórica, los escritos del siervo de Dios, etc. La Hna. María Teresa Fernandez, misinera cruzada de la Iglesia, como notario, ha ido compulsando, sellando y firmando todas las hojas de proces (unas veinte mil!). El vicepostulador, don Fernando Fdez. de Bobadilla ha trabajado intensamente, bajo las orientaciones que el postulador P. Romualdo Rodrigo, agustino recoleto, le daba desde Roma y que se hizo presente en el acto de clausura. A éste encomendó el Sr. Arzobispo que trasladara todas las actas hasta la sede de la Congregación para las causas de los Santos en el Vaticano.
Concelebraban con el Sr. Arzobispo, don Juan José Asenjo Pelegrina, obispo auxiliar y secretario general de la CEE y don Juan García-Santacruz Ortiz, obispo de Guadix, toledano muy relacionado con el siervo de Dios. El cardenal don Marcelo, arzobismo emérito de Toledo, comuncaba por escrito que lamentaba no poder estar presente. Y lo mismo hacía el cardenal don Ángel Suquía, arzobispo emérito de Madrid, don Rafael Torija, obispo de Ciudad Real, don Javier Martínez, obispo de Córdoba y don Luis Quinteiro, obispo auxiliar de Santiago. Todos ellos habían conocido de cerca la siervo de Dios.
Don Gabino Díaz Merchán, arzobispo de Oviedo, escribía: «Me resulta imposible asistir… Me uno espiritualmente a vosotros en tal acontecimiento, que me produce gran alegría». El presidente de la conferencia episcopal venezolana, Mons. Baltasar Porras, decía en su carta: «Conservo un vivo recuerdo de mi querido director espiritual del Colegio Hispano Americano de Salamanca… Gracias a la Iglesia Primada de Toledo por haberle regalado a la Iglesia universal este modelo de santidad». El obispo de Palencia, don Rafael Palmero, escribió tambien: «No podré asistir… En mi nombre acudirán el vicario general don Manuel Sánchez Monge Y Raúl. De este modo se verá cumplido nuestro deseo de estar presente en ese momento esperado… Don José pasó algunos años en el Seminario de Palencia…». El obispo de Málaga, don Antonio Dorado, decía: «Es para mí una gozosa noticia saber que va avanzando el proceso para beatificación de don José Rivera, quien realmente fue un sacerdote ejemplar y santo. Siento mucho no poder estar presente…».
Y en el arzobispado se recibió este telegrama: «Antigos jóvenes Acción Católica de Osma-Soria de la generación de José Rivera se unen a los actos de homenaje con su oración. José Sotillos, ex-presidente diocesano».
El Sr. Arzobispo firmó y clausuró la solemne sesión, en el crucero de la catedral primada, señalando la vida ejempla del siervo de Dios y anunciando que la diócesis de Toledo se hacía cargo de todos los gastos que origine este proceso, aceptando las limosnas de todos.
El 15 de diciembre siguiente, a las 9 de la mañana, en la sede de la Congregación y en presencia del Sr. Arzobispo y del Postulador, se abrieron las cajas que contenían todos los documentos del proceso, que habían llegado de Toledo. Ahora en Roma estudiarán minuciosamente todas las virtudes y los posibles milagros. «Estamos ante uno de los últimos místicos del siglo XX», comentaba el postulador ante el prefecto, Mons. Saraiva Martins.
Que la intercesión del siervo de Dios José Rivera nos impulse a todos por el camino de la santidad, y que Dios manifieste su gloria, glorificándole a él para que creamos en las maravillas que realiza su gracia en quienes confían en El.
Demetrio Fernández.